Los comienzos del Movimiento Católico Mundial por el Clima estuvieron marcados por la preocupación de católicos de distintas partes del mundo que, advertidos por la crisis climática, trabajaban en sus comunidades para crear conciencia.
Pablo Canziani es doctor en física, investigador principal del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina), y director de la unidad de investigación y desarrollo de las ingenierías de la UTN (Universidad Tecnológica Nacional – Facultad Regional Buenos Aires), y fue uno de los cofundadores del Movimiento.
Recordando aquellos inicios y con una alegre sorpresa al ver el crecimiento del ahora Movimiento Laudato Si’, expresó: “El movimiento lo pusimos en manos de Jesus y María y lo hicieron crecer ellos. Espero que podamos lograr esta conversión ecológica social tan necesaria que lleva a una nueva misión de la relación entre nosotros y con la naturaleza”.
En un diálogo ameno, compartió las bases que en la Argentina dieron inicio a una pastoral ambiental. A través del área de Investigación de Cambio Climático de la Universidad Católica Argentina y su rol en el Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina (Deplai), Canziani desarrolló un trabajo conjunto con obispos y laicos inquietos por los problemas ambientales locales.
“Nos dedicamos a crear concientización ambiental con perspectiva católica. Si no hay visión de fe y práctica de la Iglesia, no sirve, porque sigue siendo una visión materialista del planeta”, aseguró el físico.
El entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, ya tenía un interés especial por el medio ambiente y Pablo fue testigo de este camino. Con la publicación de la encíclica Laudato Si’, “sentimos una emoción muy grande al ver que todo lo que se trabajó en los 7 años previos sirvió para hacer un aporte a la Iglesia”, reconoció.
En medio del trabajo que se venía realizando, Canziani recordó que un día “recibimos un llamado telefónico de un Tomás Insua enojado”. “Él estaba preocupado porque los católicos nunca aparecían en las marchas climáticas, y todo el tema ambiental quedaba en manos de otras organizaciones que no aportaban una visión integral”.
Tras diversas reuniones e intercambios por correo, la propuesta fue clara: la fundación del Movimiento Católico Mundial por el Clima.
Para Pablo, no hay un problema ambiental y otro social, sino que siempre estuvieron ligados: “Son las dos caras de una misma moneda”. “Laudato Si’ busca la integración de las personas, de las comunidades y del empresariado”, manifestó animando a un “cambio de visión en cómo vivimos, producimos y nos relacionamos con la naturaleza”. Pero este cambio no puede estar disociado de la fe.
El Movimiento Laudato Si’ “debe fortalecer sus acciones de formación”, indicó finalmente Canziani, especialmente en “ciencia y conocimiento concreto de los problemas ambientales y sus soluciones, para ayudar a los distintos países a buscar soluciones concretas”. Y concluyó resaltando que “para que todo funcione debe estar iluminado por la doctrina social de la iglesia y el aspecto espiritual”.