
En diciembre de 2024, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó la Ley de Minería Metálica, una decisión que generó una fuerte reacción en diversos sectores. La Conferencia Episcopal de El Salvador expresó su firme rechazo, sumándose a las voces de ciudadanos y organizaciones que alertaban sobre los impactos negativos de esta medida. ¿Cómo afectaría la calidad de vida? ¿Por qué preocupa tanto?
Aunque la minería puede generar empleos, las condiciones laborales en este sector suelen ser precarias y con bajos salarios. Además, para extraer minerales, muchas veces es necesario destruir grandes áreas de bosques y ecosistemas, lo que impacta negativamente en la agricultura y la pesca, actividades esenciales para muchas comunidades.
Este daño ambiental también reduce la biodiversidad y, en algunos casos, obliga a las comunidades a abandonar sus hogares si sus tierras son expropiadas. Otro riesgo grave es la contaminación del agua, ya que en el proceso de extracción se utilizan químicos como el cianuro y el mercurio, que pueden afectar tanto a los ecosistemas acuáticos como a las personas que dependen de esas fuentes de agua. Además, los gases liberados durante la actividad minera pueden viajar grandes distancias y contaminar el aire, afectando la salud de quienes viven en las cercanías y más allá.
Un camino firme de convicción
En diciembre de 2024, cuando la ley que permite la explotación minera en El Salvador fue aprobada, la Conferencia Episcopal del país emitió un comunicado en el que expresó su preocupación:
«Lamentamos que se haya aprobado la ley que permite la explotación minera en nuestro país sin escuchar a la población. Es una acción que contraviene la voluntad del pueblo e ignora la victoria alcanzada en 2017, cuando se aprobó una ley que prohibía la minería para proteger la vida y la salud de nuestra nación. […] Pedimos a las autoridades reconsiderar su decisión y derogar esta nueva ley, que traerá consigo muchas víctimas, comenzando por las personas más vulnerables. A la larga, afectará a todos, incluidas las nuevas generaciones, y tendrá consecuencias devastadoras para el medio ambiente.»
Este pronunciamiento reafirma la postura que la Iglesia ya había asumido en 2017, cuando también se opuso a la explotación minera en el país (ver aquí).
Un llamado ciudadano
La oposición a la ley no proviene solo de la Iglesia católica. Ambientalistas, estudiantes, organizaciones locales y nacionales, así como diversas iglesias cristianas, han unido sus voces en un llamado a las autoridades para revertir la decisión.
Desde la aprobación de la ley en 2024, los obispos de El Salvador, en conjunto con otras organizaciones, han recabado más de 150,000 firmas de ciudadanos de distintas creencias y sectores sociales. Este martes 18 de marzo, presentaron las firmas ante la Asamblea Legislativa en una manifestación pacífica. Con pancartas que llevaban el lema “Bukele, no hay minería responsable”, captaron la atención de medios nacionales e internacionales.
El Arzobispo de San Salvador declaró ante los periodistas:
«No nos mueve el poder político ni económico, ni intereses de grandes capitales dentro o fuera del país. Lo hacemos por el bien común, por las personas más vulnerables. Sabemos que la minería traería un daño irreparable a un país tan pequeño y poblado como el nuestro. Por eso actuamos junto con el pueblo y con todos los que han querido sumarse, sin distinción de religión. Tenemos fe en que seremos escuchados. No sabemos qué ocurrirá, pero confiamos en Dios. Por ello también hemos realizado jornadas de oración y ayuno, y seguiremos adelante.»
El Arzobispo enfatizó que la Iglesia no busca confrontación, sino apelar a la conciencia:
«La Iglesia no sanciona ni amenaza, para eso están las leyes civiles. Nuestro papel es iluminar y advertir sobre el daño que la minería causaría al país. Es un llamado pacífico y humilde, pero firme. No vamos más allá de eso. Se trata de un acto pastoral y moral, no coercitivo. Vivimos en un país democrático y este es un proceso democrático.»
Fe y resistencia
Tras la presentación de las firmas, los obispos visitaron la tumba de San Óscar Romero para pedir su intercesión:
«Pedimos a Dios, por la intercesión de San Óscar Romero, que los diputados sean iluminados por el Espíritu del Señor y tomen la decisión de derogar esta ley. Sabemos que su impacto sería devastador para nuestro país. Oramos en silencio, con fe y esperanza.»
Con estas acciones, la Iglesia y la sociedad salvadoreña reafirman su compromiso con la defensa del medio ambiente y la vida de las futuras generaciones. La lucha continúa en un camino firme de convicción.
Puedes ver un vídeo resumen aquí
El Movimiento Laudato Si’ Hispanoamérica celebra y respalda con firmeza esta iniciativa de la Iglesia salvadoreña, así como el compromiso de sus obispos con la defensa de la vida y el cuidado de toda la creación de Dios. Reconocemos su valiente participación en el debate público, encarnando el mensaje de Jesús en la realidad de sus comunidades y promoviendo el bien común más allá de credos y diferencias.
Esta acción reafirma la dignidad de cada persona y de nuestro entorno, priorizando la ecología integral, justo y duradero, en lugar de ceder a intereses económicos de corto plazo. En unidad con quienes buscan un futuro digno para las generaciones presentes y futuras, hacemos un llamado a seguir construyendo caminos de justicia, solidaridad y respeto por la Casa Común
El Movimiento Laudato Si’ cumple 10 años este 2025: es una comunidad global presente en Hispanoamérica en 19 países y conecta ciudadanos, iglesia, gobierno y organizaciones locales. Sus miembros se forman y se preparan en la defensa de la Creación de Dios desde el mensaje de la Encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco; luchando contra la crisis ecológica desde el cuidado, la paz, la justicia y la reconciliación con Dios, con la Creación y con la humanidad. Puedes sumarte hoy.





