Contemplación con la creación

En Laudato Si’, el Papa Francisco afirma que nuestra crisis ecológica actual requiere un cambio de actitud en nuestros corazones. Relaciona nuestra destrucción de la creación con nuestros vastos «desiertos interiores» que nos llevan a una actividad frenética, al ajetreo y al consumo excesivo. En su lugar, dice, “La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo” (222). La contemplación nos ayuda a escuchar mejor el canto de la Creación abriéndonos a la gratitud y al asombro. La contemplación nos permite abrirnos a los clamores de la tierra y de los pobres, aumentando nuestra capacidad de estar con el sufrimiento de los demás. Por último, la contemplación nos ayuda a escuchar la llamada de la Creación para que respondamos a la curación de nuestra Tierra, aquietando la mente para discernir mejor lo que nos corresponde hacer.

Contemplation with creation also includes contemplating outside in nature and with the plants and living beings inside and outside our homes. It can also include recalling encounters with creation in our imagination.

En el MLS, nos centramos en la contemplación con la creación, confiando en la presencia y el don de Dios en cada partícula. Esto comienza con la contemplación de nosotros mismos como creación a través de la respiración y la conciencia del cuerpo. No queremos olvidar que nosotros también estamos formados y sostenidos por los elementos de la creación: tierra, viento, fuego y agua. Contemplar con la respiración es una oportunidad para orar con la creación en cada momento.

La contemplación con la creación también incluye la contemplación al aire libre en la naturaleza y con las plantas y seres vivos dentro y fuera de nuestros hogares. También puede incluir el recuerdo de encuentros con la creación en nuestra imaginación.

He aquí tres elementos que pueden apoyar la contemplación, tanto si uno se encuentra en un período formal de contemplación en meditación silenciosa como en sus desplazamientos cotidianos.

1. Conciencia: Haz una pausa para tomar conciencia de lo que está presente en este momento, incluida la mirada amorosa de Dios sobre ti. Recuerda que quieres adoptar una actitud contemplativa ante lo que tengas delante.
2. Cuerpo: Toma conciencia del cuerpo percibiendo las sensaciones de la respiración, ya sea en el vientre, en la entrada y salida del corazón o en el cuerpo en su conjunto. También puedes sintonizar con otros sentidos, como el oído, el tacto o el olfato, especialmente si te encuentras en la naturaleza.
3. Elige cómo responder en cada momento con amor. Tomar conciencia del «templo del Espíritu Santo» puede ayudarnos a permanecer anclados en el momento presente para abrirnos a la presencia de Dios aquí y ahora.

La contemplación es un enfoque de la vida que puede llevarse a cada momento de nuestras vidas, ya sea hablando con los demás, rezando en misa o yendo de compras. Puede ser útil pensar más en ella como un encuentro en el que uno lleva una actitud de conciencia amorosa al momento. En el Movimiento Laudato Si’ entendemos la meditación como un período formal de contemplación, reservando un tiempo específico para la quietud y el silencio. Esta es una práctica importante para cultivar nuestro músculo contemplativo, mientras descansamos en la mirada de Dios.

¡Ambas cosas! Es práctica porque es una forma de ser que podemos cultivar para aumentar nuestra capacidad de conciencia, receptividad y respuestas sabias. La contemplación también es oración. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, citando a San Juan Damasceno, «La oración es la elevación del alma a Dios». (CIC 2559) Por tanto, cada vez que ofreces a Dios tu tiempo de práctica contemplativa silenciosa, recordando que estás bajo la mirada amorosa de Dios, es oración.

Esto es completamente natural. Podemos incorporar tres elementos. Nos hacemos conscientes de qué tipo de pensamientos están presentes, sin quedarnos atrapados en el contenido, sino simplemente observando en silencio lo que está presente. O podemos abrirnos a otro aspecto del cuerpo, como escuchar, notar cuándo surgen o desaparecen los sonidos. Incluso podríamos ver si hay alguna sensación física relacionada con algún sentimiento o pensamiento predominante y estar presentes en esa sensación. Una vez que nos hayamos dado cuenta, podemos elegir dar espacio a la incomodidad de nuestra inquietud o ansiedad, confiando en que Dios nos dará la gracia de vivir nuestra experiencia con amor.