
Durante la Santa Misa por los difuntos celebrada el pasado domingo (2) a las 8 de la mañana en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Aparecida, se realizó un profundo gesto simbólico con el agua procedente del deshielo de una capa glacial de Groenlandia, traída por dos representantes del Movimiento Laudato Si’.
Ese gesto, inspirado en la encíclica Laudato Si’, del papa Francisco, fue una señal de la urgente necesidad de cuidar nuestra Casa Común, la Tierra.
La celebración eucarística fue presidida por monseñor Orlando Brandes, arzobispo de Aparecida, y animada por el misionero redentorista hermano Alan Patrick Zuccherato, C.Ss.R., director artístico y pastoral de la cadena TV Aparecida.
En su homilía, el arzobispo Brandes abordó los temas de la muerte, la salvación y la resurrección, recordando a todos que, aunque la muerte es segura, en Cristo no tiene la última palabra. «Creed en mi amor, yo he resucitado, vosotros también resucitaréis», afirmó, haciéndose eco de las palabras del Evangelio.
Más allá de la reflexión sobre la muerte humana, el arzobispo también advirtió sobre la «muerte» de la Tierra, una herida causada por la destrucción medioambiental y la falta de cuidado del medio ambiente.
«Estamos matando a nuestra Madre Tierra», dijo monseñor Brandes, invitando a todos a reflexionar sobre el «pecado ecológico» y la urgente necesidad de una «conversión ecológica», una transformación integral que incluya el cuidado de la creación como expresión de nuestra fe.
Conversión ecológica: un llamamiento a la esperanza y al compromiso cristiano
En una entrevista para el canal A12, Eduardo Scorsatto, coordinador de campaña del Movimiento Laudato Si’ Brasil, y Suzana Moreira, que trabaja en el apoyo operativo y logístico del Movimiento, reflexionaron sobre el significado de este gesto simbólico y el impacto del mensaje que transmite.
Eduardo Scorsatto: «San Juan de la Cruz, en el ocaso de su vida, nos recuerda que seremos juzgados por el amor. Esta es la misma llamada que hizo el papa Francisco en Laudato Si’. El agua del deshielo que trajimos de Roma, bendecida por el papa León XIV, no es solo un símbolo, sino una llamada a la acción, una llamada urgente. Cada lugar sagrado que visita refuerza la idea de que cuidar la creación es una forma urgente de orar. Necesitamos una transformación completa para coexistir con la creación de una nueva manera».
Eduardo explicó además que el agua recorrerá varios santuarios y será llevada a la COP 30, simbolizando la urgencia de esta transformación, que no solo es medioambiental, sino también espiritual. «Este gesto es una forma de concienciar sobre el todo del que formamos parte. Cuando tomamos más conciencia de esta relación, nuestras acciones se convierten en oraciones», afirmó.
Suzana Moreira: «Este gesto tiene un profundo significado espiritual… Como dice el Papa Francisco en Laudato Si’, cuidar de la creación es una expresión de nuestro amor a Dios. El agua de deshielo, traída desde un lugar tan lejano, simboliza la urgente necesidad de cuidar la Tierra, nuestra Casa Común. No es solo un elemento natural, sino una invitación espiritual. Al llevarla al altar, especialmente en un momento de oración por los difuntos, se nos recuerda que nuestra misión va más allá del ámbito espiritual: debemos cuidar la creación con el mismo amor que profesamos a Dios».
El reto de cuidar nuestra casa común
El momento de dar la bienvenida al agua del deshielo durante la celebración fue también un llamamiento a la acción concreta. Como devotos de Nuestra Señora de Aparecida, estamos llamados a vivir una fe más comprometida, que se refleje no solo en palabras, sino también en actitudes.
El agua simboliza la renovación, y esta renovación debe comenzar con nuestras acciones cotidianas. En cuanto a la creación, Suzana, al hablar del impacto de este gesto, afirmó:
«Al acoger esta agua, el Santuario no solo acoge un mensaje de esperanza, sino también uno de urgencia. Vivimos tiempos difíciles en los que la crisis climática exige una respuesta por nuestra parte. El gesto de llevar esta agua al altar nos invita a reflexionar sobre cómo estamos tratando nuestro planeta. Cuidar la creación es oración, es compromiso con Dios y con el futuro».
Monseñor Brantes también invitó a todos a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente, no solo como un problema técnico, sino como un llamado a la conversión personal y comunitaria. El arzobispo dijo en una entrevista a la Red de Comunicación Aparecida:
«Estamos destruyendo las cosas, pero aún hay tiempo para sembrar esperanza, para alabar a Dios por el décimo aniversario de la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco… Que este símbolo sea una sacudida, una llamada, un grito de la Madre Tierra y de los más pobres para que podamos reconstruir este mundo, convirtiendo el desierto en un jardín», señaló.





