El 1 de octubre de 2025, ocurrió algo extraordinario en Borgo Laudato Si’, situado en las tranquilas colinas de Castel Gandolfo. Treinta y cinco líderes religiosos, defensores del clima y guías espirituales de todo el mundo se reunieron, no solo para debatir sobre la crisis climática, sino para escuchar de verdad: unos a otros, a la Tierra y a los seres invisibles cuyos gritos tan a menudo pasan desapercibidos. Fue un momento de profunda reflexión y unidad, que encarnó el espíritu del llamamiento del Movimiento Laudato Si’ a una acción climática ética y espiritual.

La reunión, que formaba parte de la Conferencia Brindando Esperanza, fue organizada conjuntamente por el Movimiento Laudato Si’, GreenFaith y la Red de Mujeres, Fe y Clima, con el apoyo del Proyecto Dandelion. Formaba parte del Balance Ético Global (GES), una iniciativa puesta en marcha por la Presidencia brasileña de la COP30 para explorar las dimensiones morales y espirituales de la acción climática.

La pregunta central era simple, pero inquietante:
👉 Si ya sabemos lo que hay que hacer, ¿por qué no lo estamos haciendo?

Desde la lectura inicial de Laudato Si’ por parte del reverendo Fletcher Harper —«Necesitamos una solidaridad nueva y universal»— hasta el momento final de oración silenciosa en los jardines, el evento no fue solo un diálogo. Fue una comunión. La ministra Marina Silva capturó perfectamente el espíritu:

«Ya hemos tomado las decisiones. Ahora nos toca convertir esta agenda en acción».

Cada participante entró en el círculo llevando consigo un ser simbólico —ballenas, glaciares, pangolines, musgo, incluso futuros antepasados— para recordar a todos que el mundo más allá de lo humano también merece un lugar en la mesa.

A través de las tradiciones religiosas y los continentes, resonaron cinco temas:

  •  Sabiduría ancestral: Las voces indígenas nos recordaron que la espiritualidad y la sostenibilidad son una sola cosa. «Cuando se pierde la biodiversidad», dijo uno de los participantes, «también perdemos nuestra fe, porque nuestra fe es la naturaleza».
  •  Interconexión: Desde la idea pacífica de Va hasta el espíritu africano de Ubuntu, los participantes afirmaron que la justicia comienza con la restauración de las relaciones: con la Tierra, con los vecinos, con Dios.
  •  Valentía profética:«Si los gobiernos no cambian», dijo una voz procedente de África, «entonces necesitamos otro poder. Ese poder es nuestra fe».
  • La simplicidad como resistencia: El ayuno, la simplicidad y las limitaciones voluntarias se reivindicaron como actos espirituales de rebelión en una cultura que venera el consumo.
  • Justicia intergeneracional: Como dijo un teólogo, «los no nacidos también son partes interesadas».

Momentos de dolor y esperanza entrelazados. El jefe Dada Borarí habló con ternura:

«Debemos apenarnos y tener esperanza por el planeta, y también convertirnos en la esperanza».
La activista Ayisha Siddiqa añadió: «Las imágenes bíblicas se están haciendo realidad ahora mismo. Debemos atrevernos a nombrarlas».

Al final, el mensaje fue claro: las comunidades religiosas no están al margen de la lucha contra el cambio climático, sino que son su brújula moral.

Lo que surgió en Borgo Laudato Si’ no fue sólo reflexión, sino determinación: traducir la energía espiritual en un liderazgo moral sostenido y construir un futuro basado en la humildad, la reciprocidad y el amor por todos los seres.

A medida que el camino del Balance Ético Global (GES) continúa hacia la COP30 en Belém, Brasil, una verdad resuena:

Actuar con justicia, vivir con sencillez y amar la creación con fervor: estos no son valores opcionales. Son imperativos sagrados.

Lee el informe completo (sólo disponible en inglés) y descubre las inspiradoras reflexiones y compromisos compartidos por participantes de todo el mundo, un testimonio del poder de la fe en acción.