Soy Jôce Mendes Freitas, hija de Rosa Mendes Freitas y Zeno Reis de Freitas. Soy artista sensorial, diplomada, licenciada y especialista en Arte de la Escena por la UEA (Universidad del Estado de Amazonas). Soy de Amazonas y vivo en el norte de Manaus. Trabajo como actriz, profesora de teatro y tallerista. Y soy Animadora Laudato Si’, clase 2020. Además, trabajo como asesora juvenil en RACJ (Red de Asesores y Cuidadores de las Juventudes)

¿Cómo ser una Animadora Laudato Si’ artista?

Después del curso de Animadores Laudato Si’ me miré profundamente y me sentí en un lugar muy sensible, lleno de misión. Después de tantos intercambios de saberes, me sentí parte de nuestra Casa Común y más disponible para cuidarla, asumiendo más responsabilidades y compromisos.

Empecé a darme cuenta que mi arte es más que misionero: es político, espiritual, místico, profético, ritualista; es presencia, tiene voz, tiene eco, grito, fuerza, resistencia, manifiesto, y tiene una identidad amazónica propia para ser y hacer.

Escribí un artículo con el título “Mi Cuerpo, Casa Común”, un encuentro de cuidado conmigo misma, con la otra y el otro, desde la perspectiva de las consecuencias del desprecio y el descuido con el agua, la tierra, el aire y el fuego, es decir, los elementos de la naturaleza. Ante esta realidad de vida para los habitantes del planeta, no podemos quedarnos quietos y ver cómo nuestra casa común es asesinada por el descuido y la falta de sensibilidad. 

Ser Animadora Laudato Si’ me transformó en una mujer que se posiciona en todas las dimensiones, especialmente como artista que se manifiesta. 

“Manifestándose desde la Madre Tierra, a través de sus dolores, ecos, gritos y gemidos. La tierra es nuestra madre, que nos da la vida gratuitamente y nos ofrece todos los elementos de la naturaleza (tierra, aire, fuego y agua) y no estamos escuchando sus gritos. Me manifiesto en el hermano Aire, por tanta contaminación, por el humo, por el aire sucio: sin nuestro hermano aire, no tenemos el equilibrio de la naturaleza, de la inspiración y la expiración, del aliento, de la respiración, de la brisa, de su propio viento, y por supuesto del oxígeno que necesitamos para vivir. Soy un manifiesto del hermano Fuego por sus incendios, impactos ambientales: con su ausencia, ¿cómo calentaremos nuestro cuerpo con su calor, cómo tendremos energía? Soy un manifiesto de la hermana Agua por tanta basura que se tira en ella, y en sus ríos, cascadas, lagos y arroyos, por su escasez.¿Cómo vamos a regar las plantas? Si se acaba, nos moriremos de sed”.

Este manifiesto también es parte del grito de nuestra intervención artística luego del curso de Animadores Laudato Si’. Mara Pacheco, hermana amiga, y yo nos sentimos llamadas a realizar esta intervención porque hablamos mucho de temas ambientales, en especial amazónicos, y transitando una pandemia. El curso nos abrió los ojos para hacer este compromiso de vida hacia la Madre Tierra.  

En la performance, yo soy el Río Negro y Mara es el Río Solimões. Ambas performances se relacionan con las personas, somos cuerpos movidos por el agua, ríos, banzeiros; nos relacionamos con el espacio, los sentidos, los olores, los olores, los sabores, el sonido, los objetos que se encuentran en el calles, basura, elementos de la naturaleza, tierra, aire, fuego y agua. El hermano sol, la hermana luna y la hermana estrella, durante la actuación toman y llevan el dolor, la basura, la tristeza de un mundo sin frenos y sin cuidado ecológico.

En esta inmersión a ríos, lagos y arroyos, nuestro cuerpo se sensibilizó, lloró, gimió, gritó y resonó con todas las criaturas del mundo. Por eso entendemos que es urgente que la casa común y el cuidado de la Madre Tierra estén conectados e interconectados.

La Madre Tierra nos hizo entender que yo soy tierra, como dice la canción del Grupo Imbaúba: “Somos parte de ella y ella es parte de nosotros”, y con este sentimiento de pertenencia y esta conciencia ecológica comprendemos que nuestros cuerpos Río Negro y Río Solimões son “artivistas” (artistas activistas) que denuncian el dolor y la opresión que le estamos haciendo a nuestra casa común.

Transformación y misión

Como Animadora Laudato Si’ necesitaba hacer una misión, desafiarme, poner en práctica mis escritos y mis experiencias en el curso, permitirme ser un Río Negro, que en esencia era todo lo contrario a mí, un cuerpo tranquilo, sereno y ligero. Cuando empecé, confieso que me identificaba más con Solimões, que es un río más fuerte y rápido, con prisa. Pero, como era parte de mi proceso de cambio, elegí el desafío de ser Río Negro y me convertí en poesía y ligereza, desacelerando, escuchando más, calentándome, calmándome sin perder la fuerza, la energía y el coraje para hacer una misión en este suelo sagrado.

Estas actuaciones se reflejaron tanto en mi cuerpo-casa común, que adopté un estilo de vida más saludable, lleno de ligereza, más comprometida conmigo misma, respetando mi cuerpo y mis límites con las prácticas meditativas del yoga. 

Adopté radicalmente algunas prácticas como no tomar gaseosas, no comer carne, no beber leche de origen animal, no consumir conservas ni embutidos, y estoy consumiendo más verduras, frutas y hortalizas. Al fin y al cabo, aquí en casa hay una huerta: ¿por qué no comer más sano? Estos nuevos hábitos me sanaron, me llevaron a darme cuenta del potencial de mi cuerpo para tener más energía, seguridad y sabiduría para  asumirme como artivista, es decir, guardiana de la madre tierra.

Necesitamos estimular y ver lo que está frente a nuestros ojos y no lo vemos. La suciedad, el impacto ambiental, los envases, la basura, la escasez, pero también su fuerza que nos hace pensar cuánto poder tiene la naturaleza. Cuanto más destruimos, más fuerte es; sin embargo, necesitamos ser conscientes, sentir un río, sentir que pertenecemos a esta agua.

Es necesario transformar nuestra vida y la comunidad en un lugar más limpio y afectuoso, es decir: provocar un pensamiento crítico sobre la importancia del agua para nuestro cuerpo-casa común y para la madre tierra.

Todavía tenemos muchas preguntas, especialmente cómo podemos mantener vivos los ríos que aún sobreviven. Pero si de algo estamos seguros, y de que nos conmovieron y sensibilizaron para seguir manifestando la existencia, resistencia, memoria e historia de estos ríos que ahora viven en nosotros, pues, solo pudimos entender su comunión en nosotros porque durante las actuaciones fuimos atravesadas ​​por sus diversidades, manifestaciones e intensidades. Por eso, nos sentimos pertenecientes y seguiremos resonando por donde vayamos, asumiéndonos como guardianas de estos cuerpos-ríos.      

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