Hoy debería ser un día del importantísimo informe del IPCC «Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad», y aún lo es. Los tres mensajes principales del informe destacan que 1) incluso un rebasamiento temporal de 1,5 grados centígrados es excepcionalmente peligroso y provocaría impactos irreversibles; 2) los enfoques que utilizan tecnologías no probadas son potencialmente ineficaces; y 3) las respuestas climáticas, incluida la adaptación, deben integrar la justicia social y la equidad y centrarse en el conocimiento indígena y local.

Pero hoy también es el quinto día de la guerra contra Ucrania, que ha causado devastación en mi país y un gran cambio en las prioridades climáticas mundiales. La invasión rusa de Ucrania -una flagrante violación de la integridad y la soberanía de Ucrania- ha hecho que Europa y gran parte del mundo reexaminen sus políticas energéticas y climáticas y vean cómo, como escribió el Papa Francisco en Laudato Si’, «todo está conectado.»

El Movimiento Laudato Si’, por encima de todo, reza por la paz. Este movimiento condena enérgicamente el uso de la violencia e insta a todas las partes implicadas a que trabajen urgentemente para lograr una rápida solución diplomática. Esta es la única salida si queremos preservar la paz.

Este movimiento se une en solidaridad con el pueblo ucraniano y se preocupa profundamente por él, especialmente porque ya vive en una situación crítica ocho años después del inicio de la crisis que mató a 14.000 personas y desplazó a otro millón y medio.

Como ucraniana, estoy orgullosa de trabajar para una organización que reconoce que los combustibles fósiles están financiando esta guerra y que los combustibles fósiles han sido una fuente de conflicto y destrucción durante décadas.

Lamentablemente, este es otro ejemplo de cómo «todo está conectado», y de cómo la preocupación por los más vulnerables debe ir unida a la comprensión de las condiciones subyacentes que impulsan ese sufrimiento. 

¿Quieres ayudar a acabar con esta guerra en mi país? Una transición rápida y justa hacia una economía de energía limpia es la forma en que todos podemos ayudar. Eso es exactamente lo que se necesita para eliminar el incentivo del conflicto, para evitar la destrucción de la creación y para dejar de financiar esta guerra devastadora.

Este movimiento reza por ese resultado, y hemos encontrado una esperanza real en las recientes acciones tomadas por los líderes mundiales y los ciudadanos comunes, algunos de los cuales se están dando cuenta de su dependencia del gas ruso y del hecho de que los combustibles fósiles rusos están alimentando esta guerra de agresión.

En Berlín, hubo 500.000 manifestantes en las calles expresando su solidaridad contra la guerra y exigiendo que el gobierno alemán embargue el petróleo y el gas rusos. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha declarado la negativa del Estado a comprar gas ruso, además de detener el Nord Stream 2, un gasoducto de 1.200 kilómetros bajo el Mar Báltico que habría llevado gas directamente de Rusia a Alemania.

Por fin, Europa está despertando de su prolongada dependencia del gas ruso, y esto podría crear nuevos cambios políticos que conduzcan a una transición justa y ecológica en toda Europa.

Pero no nos detengamos en Europa. Creemos una transición justa y verde en todo el mundo, en Argentina, en Mozambique, en Filipinas. Porque la creación de Dios necesita nuestro amor en todas partes, y especialmente en Ucrania.