Cada 4 de febrero, por iniciativa de la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC), se conmemora el Día Mundial del Cáncer. La Organización Mundial de la Salud y el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer también apoyan esta iniciativa.

Este año, con la campaña “Por unos cuidados más justos”, buscan aumentar la concientización y movilizar a la sociedad para avanzar en la prevención y control de esta enfermedad. 

Sucede que la fuerte contaminación del aire y del agua ha influido significativamente en el aumento del cáncer en diversas partes del mundo. 

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En particular, las zonas afectadas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sufren las consecuencias, siendo el cáncer de hueso tres veces más alto, junto con problemas respiratorios. Además, el uso de agrotóxicos en zonas rurales también perjudica considerablemente la salud de los pobladores.

En Laudato Si’, el Papa Francisco hace mención a estas realidades, con preocupación por el acceso hacia el agua potable: “Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días”.(LS 29)

En el caso del aire, componentes como el dióxido de azufre, el ozono, el co2 y las partículas finas, son altamente contaminantes y están presentes especialmente en las grandes ciudades. Según el Centro Léon Bérard esto supone 7 millones de muertes prematuras al año en el mundo.

Según un estudio de la ONU, la contaminación del aire causa el 36% de las muertes por cáncer de pulmón; el 34% de las muertes por accidente cerebro vascular; y el 27% de las muertes por cardiopatías.

Esta problemática también se da en las aguas potabilizadas. Sustancias como el arsénico, uno de los 10 químicos que la OMS considera más preocupantes para la salud pública, el nitrato, el flúor o el cloro, suelen estar en partículas en el agua potable. 

“Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. (…) Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes”. (LS 29)