Por: Grupo de Abogacía del Movimiento Laudato Si´de Norteamérica

El huracán Helene golpea el sureste de Estados Unidos, y la creación “gime con dolor” por las tormentas, huracanes, incendios forestales, inundaciones y sequías que afectan a nuestra nación y al mundo entero. Frente a esta creciente crisis climática, los católicos en todo el país responden con amor y esperanza durante el Tiempo de la Creación, que se celebra del 1 de septiembre (Día Mundial de Oración por la Creación, o “Día de la Creación”) al 4 de octubre, Fiesta de San Francisco de Asís. Para San Francisco, el amor a la creación era una forma de expresar su amor a nuestro Creador. Siguiendo el ejemplo de Cristo y San Francisco, permitimos que nuestros corazones se rompan, y en esa ruptura encontramos el valor para emprender acciones más audaces que expandan el amor a nivel global.

Ciertamente, puede ser difícil encontrar esperanza en medio del sufrimiento y la aparente indiferencia. Siete millones de personas mueren anualmente debido a la contaminación del aire, y el calor récord continúa amenazando a nuestros hijos y abuelos. La ansiedad climática está en su punto más alto. La Universidad de Bath informa de que más de la mitad de los jóvenes creen que “la humanidad está condenada”. Mientras tanto, las perforaciones continúan aumentando y cada año las emisiones alcanzan nuevos máximos globales

La falta de una respuesta adecuada a esta crisis por parte de quienes ocupan cargos públicos de poder puede ser desesperante y desalentadora. Sin embargo, nuestra fe nos recuerda que todas las voces son sagradas. Es cierto que algunas parecen tener más poder e influencia que otras. Quienes estamos “en las bancas”, esforzándonos por ser buenos padres, hermanos, hijos, amigos, colegas y vecinos en nuestra vida diaria, podemos sentirnos abrumados por la pregunta: “¿Qué puedo hacer ante tanto sufrimiento, aquí y ahora?”.

Como seguidores de Cristo, cambiamos esa pregunta por otra: “¿Qué significa amar ante tanto sufrimiento?”. 

Para muchos católicos, el amor significa que  primero permitimos que nuestros corazones se rompan ante el sufrimiento de nuestras hermanas, hermanos y del don divino de la creación, tal como Jesús lloró por Lázaro.  Vivir con el corazón roto transforma nuestra perspectiva sobre la vida en esta tierra, nuestra Casa Común. Entonces podemos pasar a la acción, con más valentía de la que antes creíamos que podíamos, como hizo Jesús. Discernimos nuestras acciones tanto individualmente como en comunidad, caminando hacia el amor y la esperanza de Cristo, desde mantener conversaciones intencionadas en nuestras parroquias hasta invitar a los funcionarios electos a comprender las consecuencias de sus decisiones en nuestros vecinos y en nuestra Casa Común.  Con Jesús como guía, hablamos y actuamos con el valor y la audacia que se requieren para reconocer la crisis y provocar el cambio.

Estos actos de amor están cultivando el cambio curativo en toda nuestra nación. A continuación se muestran algunas de las acciones:

  • “Rincones de Cuidado de la Creación” en boletines y  Laudato Si’ / Comunidades de Cuidado de la Creación  formándose de Connecticut a California.
  • Elaboración y revisión de planes diocesanos de la Plataforma de Acción Laudato Si’, basados en realidades científicas, como en Minneapolis-St. Paul, Indianápolis y Lexington.
  • Religiosas organizando diálogos con cargos electos locales en ferias municipales en Indiana.
  • Declaraciones públicas de católicos en una reunión de la Comisión de Ferrocarriles de Texas, defendiendo la salud de los habitantes de la Cuenca Pérmica afectados por las perforaciones.
  • Los católicos presionan en Florida para que se apoye el  Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles 
  • ¡Y mucho más!

Nosotros, los católicos de todos los niveles, estamos dando un paso al frente y reconociendo la fuerza de nuestras propias voces, porque vemos el sufrimiento del pueblo de Dios y respondemos con amor: amor a Dios, a nuestro prójimo, a nosotros mismos, a nuestros hijos y a toda la Creación.

Somos un pueblo evangélico, un pueblo que ofrece esperanza. Creemos en la Resurrección, incluso cuando parece que todo está perdido. Nuestra esperanza como movimiento es unirnos en el amor para promover el florecimiento de la creación y la vida abundante para todos, más allá de las divisiones percibidas. Nuestras decisiones y discernimientos sobre la mejor manera de cuidar nuestra Casa Común se fundamentan en este deseo de vida. Tenemos la visión de ayudar a que el reino de los cielos atraviese las barreras humanas aquí en la tierra —en nuestras ciudades, estados y países— de manera que la vida prospere para nuestras familias, nuestros vecinos, nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo, y para toda la creación. A lo largo de la historia, hemos visto que, cuando permitimos que el Espíritu Santo actúe en nosotros, podemos unirnos para resolver grandes problemas.

Hay una oleada de oración y acción amorosa que se eleva a medida que esperamos y actuamos con la Creación durante esta temporada. ¿Cómo te unes a nosotros en la esperanza y el amor de Cristo? Rezamos para que todos, desde nuestros líderes hasta nuestros vecinos más afectados, y todos los demás, reconozcan que somos cristianos por nuestro amor.