La Red de Cuidado de la Creación de la Diócesis de Arlington celebró un nuevo encuentro para fortalecer nuestro movimiento. Guiados por el espíritu de Laudato Si’, los miembros de la red se reunieron para intercambiar historias, discernir sus próximos pasos y embarcarse en una aventura enraizada en la fe.

El encuentro virtual comenzó con una oración familiar, que se hacía eco de las palabras amables de San Francisco. Las voces de los participantes se sintieron unidas: cada persona daba testimonio de un amor compartido por la creación, un hilo que las unía a través de 12 parroquias. 

Convirtiendo las parroquias en santuarios de la sostenibilidad

El encuentro acercó al grupo a trazar su camino a seguir. Surgió un sueño compartido, casi tangible: la visión de que algún día las parroquias y comunidades tomarían todas sus decisiones teniendo como prioridad el cuidado de la creación. Esta conversión ecológica no se limitaría a los individuos, sino que transformaría parroquias enteras en santuarios de sostenibilidad. 

En varias parroquias ya están arraigando acciones pequeñas pero impactantes. Desde la instalación de iluminación LED y paneles solares hasta la adopción de prácticas de eficiencia energética, los terrenos parroquiales se están convirtiendo poco a poco en modelos de sostenibilidad. Un miembro comentó que era “como si cada luz que cambiamos, cada especie invasora que eliminamos, fuera un pequeño paso en nuestro camino colectivo hacia esa conversión ecológica”.

Otro tema central fueron los jardines, espacios sagrados que enseñan y nutren. Los miembros compartieron historias de jardines comunitarios que se han convertido en símbolos de esperanza en sus parroquias, inspirando a los parroquianos y ofreciendo una conexión tangible con la Tierra. Estos proyectos fomentan el compañerismo, alientan el cuidado práctico y refuerzan el concepto de que la creación no es sólo una idea abstracta, sino algo que hay que tocar, cuidar y proteger. 

Grandes retos por delante

El reto de integrar el cuidado de la creación en la vida cotidiana de la Iglesia se convirtió en un punto central, especialmente la llamada a sacar la conversión ecológica de las sombras y llevarla al corazón de la enseñanza católica. Surgió una pregunta persistente: ¿cómo podría el grupo implicar mejor a los jóvenes adultos? Muchos jóvenes se preocupan profundamente por la Tierra, pero permanecen distanciados de las actividades parroquiales.

El trabajo silencioso y transformador del Espíritu Santo se hizo evidente cuando surgieron historias de cómo los corazones de los parroquianos se están abriendo poco a poco. Cada vez se es más consciente de cómo se puede profundizar en la fe contemplando la creación, tomando pequeñas decisiones deliberadas que reflejen reverencia por los dones de Dios. Los miembros compartieron ejemplos, como el uso de vajilla lavable en los eventos parroquiales, que son pequeños pero significativos pasos hacia la sostenibilidad.

Al término del encuentro, los participantes habían vislumbrado un mapa para su camino hacia delante. Sigue habiendo retos, sobre todo a la hora de enmarcar estas ideas en la fe y no en la política. Pero al cerrar la sesión, los miembros sintieron un propósito renovado. Animados por una visión compartida, sintieron la tranquila certeza de que, en efecto, estaban embarcados en una aventura que les llamaba a levantarse en la fe y a trabajar juntos para cuidar de nuestra casa común.