Hace dos semanas, frente al Centro Internacional de Convenciones de Ciudad del Cabo, líderes católicos laicos se reunieron en solidaridad con los mineros ilegales de Stilfontein. Su protesta fue una respuesta al espantoso descubrimiento de los cadáveres de 78 mineros, un sombrío recordatorio del sufrimiento oculto que padecen quienes se ven obligados a realizar trabajos subterráneos peligrosos.
En el centro de la manifestación estaban los miembros de la sección sudafricana del Movimiento Laudato Si’ -Jane Overmeyer, Arlette Marais, Blanche Meyer y Bernadette Crewe-Brown- unidas por la justicia social y la dignidad humana.
El coste humano de la minería
La minería sudafricana es desde hace tiempo un arma de doble filo: ofrece oportunidades económicas y causa un inmenso sufrimiento. Muchos mineros ilegales son víctimas de la trata de seres humanos o de la pobreza extrema, y no les queda más remedio que arriesgar la vida por un salario miserable. Como reflexionó un manifestante:
“Mucha gente llega a las minas a través del tráfico de seres humanos. Muchos son indigentes y carecen de oportunidades. Su situación les obliga a tomar estas decisiones”.
Una vez bajo tierra, los mineros suelen permanecer atrapados durante meses, temiendo ser detenidos o víctimas de la violencia. Los informes sugieren que las autoridades han bloqueado incluso los intentos de proporcionar alimentos y agua a los que están atrapados bajo tierra, lo que agrava aún más su deshumanización.

Blanche Meyer, 90 años, comparte su historia personal
Relatos personales
Para Blanche Meyer y Bernadette Crewe-Brown, la lucha por los derechos de los mineros es algo muy personal. Blanche, que ahora tiene 90 años, guarda el recuerdo de su abuelo, que murió en las minas en 1942. Recuerda que creció escuchando historias de su sacrificio y de los peligros a los que se enfrentaba a diario bajo tierra.
El abuelo de Bernadette sufrió un destino similar, sucumbiendo a una enfermedad pulmonar a los 49 años en 1935, con la salud destrozada por años de inhalación de polvo tóxico.
En la protesta, Blanche compartió sus recuerdos con jóvenes líderes católicos laicos, con voz firme pero llena de emoción. El peso de la historia era palpable cuando hablaba de la larga injusticia a la que se enfrentaban los mineros. Bernadette subrayó la importancia de recordar estas historias, no sólo como historia, sino como una llamada a la acción.
“No se trata sólo del pasado, sino de garantizar un futuro mejor”, afirmó.
Predicar con el ejemplo
Los líderes laicos están unidos en el capítulo sudafricano del Movimiento Laudato Si’, que inspira y moviliza a los católicos por la justicia ecológica. Y esta es solo una de las muchas formas en que el Movimiento Laudato Si’ apoya a cada persona desde su trinchera para crear un mundo más justo y con mejores oportunidades.
Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la creación del cambio. ¿Tienes una historia personal que conecte con la misión del Movimiento Laudato Si’? Queremos conocerla. Comparte tu experiencia y ayúdanos a construir una poderosa narrativa de fe en acción.
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