CRISTIANOS CATÓLICOS, ORTODOXOS Y PROTESTANTES PROMUEVEN EN MADRID
LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN PARA EL CUIDADO DE LA CREACIÓN

El sábado 10 de septiembre de 2022, el Arzobispado de Madrid (Iglesia Católica Romana), la Iglesia Ortodoxa Rumana de España y Portugal y la Iglesia Evangélica Española, celebrarán la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación (JMOCC 2022) invitando a la ciudadanía madrileña a reflexionar sobre la importancia de aprender a “Escuchar el grito de la Creación”.

El evento se desarrollará a partir de las 11:00 h de la mañana hasta las 13:00 h, en el Cerro de la Torrecilla, en la Casa de Campo (junto al lago y las pistas de tenis, Metro: Lago), en donde tendrá lugar el acto central, la oración ecuménica.

Este año, nos unimos al lema elegido por el comité ecuménico internacional en el que participa activamente Ia Iglesia Católica Romana y el Consejo Mundial de Iglesias, y que nos invita a celebrar el Tiempo de la Creación (del 1 de septiembre al 4 de octubre) guiados por el texto de Éxodo 3: 1-12. En este pasaje bíblico común a judíos, cristianos y musulmanes, Dios llama la atención de Moisés, a través de una zarza ardiente que no se consume, para advertirle de que ha escuchado el clamor de su pueblo en Egipto que sufre y de que quiere encomendarle una misión a Moisés, de históricas magnitudes, que liberará y salvará al pueblo hebreo y su forma de vida a lo largo de la historia.

El texto no puede dejarnos indiferentes, pues también hoy seguimos necesitando de la naturaleza para descubrir la presencia de Dios en nuestras vidas y dejarnos asombrar e interpelar a través de su contemplación. ¿Escuchamos realmente a la naturaleza que nos rodea, sabemos interpretar sus signos, comprendemos la interdependencia que existe entre la naturaleza y el ser humano?

El grito de la Creación hoy nos indica que nuestra casa común sufre ante la presión de nuestra industria, de nuestros estilos de vida consumistas y de los efectos negativos de un cambio climático acelerado en exceso por las acciones del ser humano, poniendo en riesgo de extinción la vida, tal y como hoy la conocemos. También la vida de la propia especie humana, como ya ocurre con el aborto y el descarte de los más débiles, en todas las etapas de la vida humana.

Valorar la vida humana, así como todas las formas de vida que nos rodean y nos sostienen de múltiples formas, debe ser motivo de agradecimiento y a la vez motor de impulso para comprometernos con su cuidado constante.

Muchos signos nos hablan del grito de la Tierra: incendios, pandemias, sequías, inundaciones, frio polar o veranos muy prolongados, climas extremos que provocan subidas del nivel del mar, perdida de hábitats y biodiversidad, la violencia de las guerras activas, cambios que nos afectan también a los seres humanos provocando mayor pobreza y un aumento alarmante de movimientos migratorios de diversa índole.

Septiembre es tiempo para contemplar, dejarse asombrar y para actuar: salidas contemplativas a la naturaleza, restauración de ecosistemas, charlas o eventos que ayuden a concienciar socialmente de los problemas que requieren una colaboración conjunta, de todos los agentes de la sociedad, también de todos los creyentes, para construir una fraternidad universal, que genere una nueva cultura del cuidado de la vida.