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“Escuchar con los oídos del corazón” es el tema que propuso el Papa Francisco para la 56° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, por celebrarse el domingo de la Ascensión del Señor, este año el 29 de mayo.

«La escucha está experimentando un nuevo desarrollo importante en el campo de la comunicación y la información, a través de las diversas ofertas de podcasts y chats de audio, lo que confirma que la escucha sigue siendo esencial para la comunicación humana», menciona el Papa en el mensaje para esta jornada, que se publicó este 24 de enero con la celebración de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas.

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Tomando las escrituras, desde el Deuteronomio hasta las cartas de San Pablo, el verbo escuchar está muy presente porque “la escucha corresponde al estilo humilde de Dios”. 

De esta manera, el Papa dice a los comunicadores que “sólo prestando atención a quién escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de comunicar, cuyo centro no es una teoría o una técnica, sino la «capacidad del corazón que hace posible la proximidad» (EG 171)”.

En Laudato Si’ estamos llamados a “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49), siendo sensibles a los dolores humanos que tantos hermanos sufren, y a las tragedias climáticas que devastan muchas regiones de nuestro planeta.

En efecto, “la verdadera sede de la escucha es el corazón”, dice y recuerda a San Francisco de Asís cuando “exhortaba a sus hermanos a inclinar el oído del corazón”. 

“La primera escucha que hay que redescubrir cuando se busca una comunicación verdadera es la escucha de sí mismo, de las propias exigencias más verdaderas, aquellas que están inscritas en lo íntimo de toda persona. Y no podemos sino escuchar lo que nos hace únicos en la creación: el deseo de estar en relación con los otros y con el Otro. No estamos hechos para vivir como átomos, sino juntos”.

La escucha es, para Francisco, “condición de la buena comunicación”. Sin embargo, sucede que a veces “en lugar de oír al otro, lo que nos gusta es escucharnos a nosotros mismos”, advierte.

El Pontífice quiere que podamos escuchar para vencer nuestros prejuicios, por ejemplo, “sobre los migrantes y ablandar la dureza de nuestros corazones, [para esto] sería necesario tratar de escuchar sus historias, dar un nombre y una historia a cada uno de ellos».


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