Ecuador ha vivenciado en el último tiempo situaciones de gravedad ante la violación de derechos constitucionales, particularmente a la consulta ambiental. Esto sucedió en las parroquias de Palo Quemado y Las Pampas del Cantón Sigchos, provincia del Cotopaxi, a causa de la exploración y extracción minera que se efectuó por parte de la Compañía Minera La Plata S.A..

En este contexto, conversamos con Mons. Geovanni Mauricio Paz Hurtado, obispo de Latacunga y responsable de la Pastoral Indígena en América Latina, especialmente preocupado por la situación y quien está acompañando en primera persona al pueblo afectado.

P: ¿Cómo continúa la situación en Palo Quemado?

R: Seguimos muy preocupados porque la presencia minera se mantiene. El gobierno entregó la concesión sin la consulta previa, y la militarización de las comunidades ha causado impactos psicológicos en niños y mujeres. Hubo criminalización por parte del gobierno a los dirigentes que defienden la naturaleza, acusándoles de terroristas. Es indignante, sabemos que vivimos una corrupción y negligencia judicial que se inclinan al poder y a los que tienen el dinero, los campesinos tratan de defenderse con el apoyo de organizaciones que apoyan la defensa de la naturaleza.

Hay varias víctimas de la violencia, entre ellos, una persona con heridas en el rostro por las balas de los militares. Esta situación causa dolor en las familias junto con la ruptura del tejido social por algunos pocos que defienden sus trabajos en las minas sin pensar en el mañana.

P: Ante los comunicados, cartas al defensor del pueblo, amicus curiae, ¿se ha recibido algún tipo de respuesta y/o mejoría en la situación?

R: Hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance, sin embargo, hay un silencio absoluto, ninguna respuesta y las audiencias se van postergando cada vez más. Clamamos por justicia, la dignidad humana y los derechos de la naturaleza no pueden estar nunca por debajo del capital o intereses económicos personales como nos dice el Papa Francisco en la Encíclica Laudato Si’ y en la Exhortación Laudate Deum.

P: ¿Ha estado usted en contacto directo con las víctimas o familiares? ¿Cuál es su mayor sufrimiento?

R: Con los dirigentes, los sacerdotes y religiosas el contacto es directo, sabemos lo que pasa y lo que están viviendo, les animamos y buscamos caminos para continuar en la resistencia y fortaleciendo el caminar del pueblo. Hemos acompañado a las víctimas de la violencia pidiendo ayuda a personas que están en Quito para que estén cerca de la clínica donde hay una víctima, les están acompañando incluso sacramentalmente.

Mi sufrimiento es darme cuenta que debemos seguir luchando con ese “monstruo grande que pisa fuerte”, como dice la canción, y en muchas ocasiones nos sentimos impotentes, sin recursos para las defensas judiciales y para enfrentar la cantidad de mentiras que dicen los mineros y algunos medios de comunicación, que son parcializado, con tendencia a defender el proyecto minero sin pensar en los campesinos.

P: ¿Qué se prevé para el futuro de la región luego de estos hechos?

R: El futuro es incierto, sin embargo, los campesinos se reafirman en la defensa de la naturaleza, de sus tierras, que es su estilo de vida y desarrollo. Realizamos un Foro público en Latacunga, “La Naturaleza como sujeto de derechos y las comunidades campesinas e indígenas custodias de la Casa Común”, el viernes 17 de mayo a las 8:30 horas, con el apoyo de la Red Nacional de Pastoral Ecológica (RENAPE). Impulsaremos proyectos ambientales y ayuda social a los más pobres en esta zona. Con el párroco de Palo Quemado seguimos coordinando acciones. Nos esforzaremos en mantenernos cerca del pueblo, escuchando el clamor del pueblo y de la naturaleza, que gime como dolores de parto.

P: Déjenos un mensaje conclusivo de la situación y cómo, a la luz del Evangelio, podemos tener esperanza.

R: Mi mensaje es que sigamos defendiendo y protegiendo este mundo inmenso y maravilloso que Dios nos ha confiado. Es necesario seguir construyendo redes de solidaridad con los pueblos que defienden la naturaleza, ellos necesitan el apoyo de todos, que sepan que no están solos, como nos dice el Papa Francisco en la Laudate Deum, aún tenemos tiempo para hacer algo más por el cuidado de la casa común.

Sigamos construyendo el “cielo nuevo y la tierra nueva” que todos deseamos. Necesitamos hombres y mujeres que sean valientes, fieles y firmes en la defensa de la vida y naturaleza. Estoy seguro de que esto le agrada a Dios porque es el Creador del Universo y todos amamos lo que creamos, como una madre que ama a sus hijos, también esta madre tierra nos ha engendrado y nos mantiene con vida. Por la belleza de los bosques, el cantar de los ríos y praderas, y el oxígeno que nos dan los árboles, debemos defenderlos. Amemos a este mundo inmenso y maravilloso donde contemplamos al verdadero Dios de la Vida y del Amor.