¡Feliz Pascua! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!

La celebración de hoy nos recuerda que, a pesar de lo que pueda ocurrir en el mundo, la muerte nunca tiene la respuesta final. Siempre hay esperanza por una nueva vida, por la transformación. Cómo el Papa Francisco menciona en Laudato Si’, “pues sabemos que las cosas pueden cambiar” (LS 13). 

Este es un importante recordatorio en medio de los desafíos que vive nuestro mundo. Este mes, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas ha publicado un informe en el que se indica que los objetivos de los gobiernos siguen siendo demasiado insuficientes para mantener el aumento de la temperatura en 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Esto provocará una escalada de fenómenos meteorológicos intensos y más sufrimiento y destrucción de ecosistemas y comunidades.

En esta Pascua, ¿dónde encontramos la esperanza?

Cada Pascua nos sorprende cómo Dios, una vez más, eligió a una mensajera inesperada para ser la primera portadora de la mayor noticia. María Magdala se convirtió en el «apóstol de los apóstoles» que proclamó por primera vez que Cristo había resucitado de entre los muertos. María Magdala fue una mensajera de la esperanza. 

Entonces nos preguntamos, ¿quiénes son los inesperados mensajeros de la esperanza entre nosotros? 

Pensamos en las miles de personas que en los próximos días iniciarán su formación cómo Animadores Laudato Si’. Se han comprometido profundamente a difundir el mensaje de la Laudato Si’ en sus comunidades. Son mensajeros de la esperanza.

Pensamos en el reciente lanzamiento del libro de oración del Movimiento Laudato Si’ (pronto disponible en Español), fruto de los viajes de conversión ecológica de tantos en nuestro movimiento. Esto es un mensaje de esperanza.

Piensamos en los cientos de Capítulos y Círculos Laudato Si’ que se reúnen periódicamente en Indonesia, Sudáfrica e Italia, para realizar cambios sostenibles en sus vidas y comunidades. Son mensajeros de la esperanza.

Pensamos en las decenas de instituciones que han desinvertido de los combustibles fósiles, alineando sus inversiones con sus valores, tras un complejo proceso de discernimiento. Son mensajeros de la esperanza. 

¿Y si imaginmos que la esperanza de la Pascua está a nuestro alrededor? ¿Y si imaginamos que nosotros mismos podemos ser esa esperanza, los mensajeros inesperados de la Buena Noticia como María Magdala?

Que, como ella, atendamos la llamada de Jesús para contar a los demás, con nuestras palabras y acciones, el triunfo de Cristo contra la muerte. Como personas de fe, tenemos la gran misión de llevar esperanza a nuestro mundo, especialmente allí donde parece no haberla. 

En este tiempo de Pascua, que cada uno de nosotros dé un paso hacia adelante para encarnar la resurrección mediante la acción en favor de nuestro planeta y de los más vulnerables entre nosotros. Ya sea teniendo una conversación sobre la crisis climática, cambiando nuestros hábitos alimenticios o acercándonos a un líder del gobierno. Que sigamos los pasos de María Magdala, corriendo con la buena noticia y gritando «¡Alabado sea! ¡Laudato Si’! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!»