Nos alegra comunicar que el Movimiento Laudato Si’ ha renovado su conjunto de valores fundamentales. En 2023, nuestra junta directiva recomendó renovar nuestros valores para incluir más referencias a Laudato Si’ y ser más concisos. Ahora ha concluido un proceso de reelaboración que incluyó comentarios de los miembros de la secretaría, el Consejo Mundial de Miembros y la junta directiva.

Hemos reducido los diez valores anteriores a cinco, haciéndolos más claros y precisos.  También se han realizado algunas actualizaciones para reflejar mejor el núcleo de nuestra misión y reforzar nuestro entendimiento común de cada valor. Puedes explorar los valores actualizados haciendo clic en el siguiente enlace.

Descarga en PDF de los valores actualizados

Rezamos para que esta nueva versión sirva para profundizar en nuestro ministerio y en el enfoque integral del cuidado de nuestra casa común. Que, con la guía del Espíritu Santo, nos ayuden a responder a la llamada que “nos convoca a una comunión universal” (LS 76).

Valores del Movimiento Laudato Si’
  1. Anclados en la Fe y la Esperanza

Nuestra fe católica nos impulsa a actuar. Laudato Si’ inspira nuestra misión. Como seguidores de Jesucristo, nuestras actitudes y acciones están guiadas por las Escrituras y la Doctrina Social Católica. Servimos a la Iglesia elevando la integridad de la creación y reconociendo el valor de cuidar la creación de Dios en nuestras vidas cristianas.

Vivimos en la esperanza evangélica porque “sabemos que las cosas pueden cambiar” (LS 13) y “la injusticia no es invencible” (LS 74). Celebramos este ministerio como expresión del amor de Dios en nuestra vida y por toda la creación. Confiamos nuestros esfuerzos al Espíritu Santo y a María Reina de la Creación.

  1. Comprometidos con la Conversión Ecológica

Nos comprometemos a la “conversión ecológica” (LS 5, 217, 220), la transformación continua de nuestros corazones hacia un mayor amor con nuestro Creador y la creación. Dedicamos tiempo a escuchar el mensaje de Dios en la creación “con estupor y maravilla” (LS 11) y respondemos compasivamente al clamor de la creación.

Abrazamos la contemplación y la acción: practicamos una “espiritualidad ecológica” pausada, de reflexión y oración, al tiempo que instamos a una acción ambiciosa a la altura de la magnitud de las crisis ecológica y climática.

  1. Cuidándonos unos a otros

Estamos llamados a amarnos unos a otros como Cristo nos amó (cf. Juan 13,34-35). Por lo tanto, cultivamos una “cultura del cuidado” (LS 231) unos de otros, de nosotros mismos y de todos los seres vivos que comparten nuestra casa común, especialmente los “más vulnerables” (LS 48, 64), incluidas las generaciones futuras.  Honramos los dones y las limitaciones de cada uno. Celebramos nuestras relaciones.

Mostramos de forma tangible nuestro amor mutuo cuando actuamos de forma que promovemos el bien común. Como tal, cuidarnos unos a otros encarna un proceso sinodal por el que caminamos juntos en comunión con la Iglesia universal, como pueblo de Dios, en un camino de conversión ecológica y de cuidado de nuestra casa común.

  1. Abrazando un Enfoque Integral y Profético

“Todo está conectado” (LS 91). Al atender “el clamor de la tierra y el clamor de los pobres” (LS 49), abrazamos una cosmovisión de “ecología integral” (LS 137-162), que entiende que las cuestiones ecológicas, culturales, sociales, políticas y económicas están entrelazadas. Nos comprometemos con la protección de toda vida humana, desde el útero hasta la tumba, y en solidaridad con las comunidades que soportan la injusta carga de la crisis ecológica. También abrazamos a todas las especies como signos del amor de Dios y miembros de la floreciente familia de la creación.

Entendemos que una acción ambiciosa por la justicia ecológica y climática forma parte de vivir la “función sacerdotal, profética y real de Cristo” (Lumen Gentium 31), para continuar el ministerio de Cristo en el mundo en el que vemos el “reflejo de Dios que hay en todo lo que existe” (LS 87). Nuestra acción profética nos anima a desafiar las estructuras de pecado y a pedir un “cambio radical” (LS 171), estando abiertos al diálogo. Nuestro trabajo es siempre no violento y no partidista.

  1. Cultivando la Unidad en la Diversidad 

Nos nutrimos de la rica diversidad de la creación y en la Iglesia, esforzándonos por la unidad en el cuidado de nuestra casa común, al tiempo que honramos los dones únicos que cada individuo u organización aporta. Vivimos una “espiritualidad de solidaridad global” (LS 240), que nos une para una acción coordinada globalmente que se adapta a los contextos y conocimientos locales. Abrimos espacios para la colaboración entre organizaciones e individuos más allá de fronteras y regiones. 

Estamos en la Iglesia y en el mundo. Servimos junto a toda la familia católica, a la vez que tendemos puentes con otros cristianos, otras comunidades de fe y movimientos sociales y medioambientales como una única familia humana, reconociendo que el amor por la creación “nos convoca a una comunión universal” (LS 76).