Escenas desesperadas. El clamor de la Tierra y de los Pobres reflejado en las imágenes de la tragedia en la ciudad de Petrópolis, en el estado de Río de Janeiro. Esta semana, la catástrofe muestra las consecuencias del abuso de la creación y de la Madre Tierra que «gime como con dolores de parto» (Rom 8,22) y del mal llamado progreso que mata a los más necesitados.

El martes 15 de febrero, las lluvias en esa ciudad serrana superaron las previsiones para todo el mes, con el trágico resultado de al menos 198 muertos, más de 80 desaparecidos, más de 80 casas destruidas, cientos de familias sin hogar e indescriptibles imágenes de tristeza y devastación.

En una entrevista a Portal G1, Vagner Daniel, residente de la ciudad, dijo que la inundación fue repentina y comenzó a extenderse muy rápidamente. «Es aterrador. La gente está desconcertada por lo que está sucediendo. La población está asombrada. Todo el mundo está tratando de sobrevivir como puede. Tengo cinco familiares que, por desgracia, quedaron atrapados. Tengo primos que no tienen hogar, amigos que trabajan conmigo y cuyas casas fueron declaradas inseguras. Estamos tratando de ayudarnos unos a otros».

Comprender el fenómeno

Una «tormenta perfecta» de factores climáticos y sociales, es lo que dicen los meteorólogos Josélia Pegorim y Estael Sias, y el climatólogo Carlos Nobre en una entrevista para BBC Brasil. Josélia Pegorim, de la agencia de previsión meteorológica Climatempo, explica que «estas tormentas son el resultado de un fenómeno conocido como SACZ, la Zona de Convergencia del Atlántico Sur. Estas zonas se forman cuando la humedad traída por los vientos del Amazonas se encuentra con un frente frío que viene del sur. Esto hace que las nubes cargadas se concentren en una región hasta caer en forma de tormentas».

Aunque inusual por su intensidad, la cantidad de lluvia no fue considerada sorprendente por los científicos. «No hay que ir muy atrás: en las últimas décadas, la región montañosa ha tenido tormentas, desprendimientos y muertes», recuerda el meteorólogo Estael Sias, de la agencia Metsul. En resumen, según los investigadores, la tragedia fue una combinación de características climáticas, el relieve de la región y la densidad de población.

Para el climatólogo Carlos Nobre, «la tragedia no es exactamente la ocurrencia de tormentas, sino el hecho de que mucha gente viva en zonas de riesgo». El científico señala que «lo que vemos hoy ocurre en medio de un aumento de poco más de un grado centígrado en la temperatura del planeta. Aunque tengamos mucho éxito con las políticas medioambientales, seguirá subiendo, así que tenemos que poner en marcha políticas para ser más resistentes a estos desastres naturales, y la mejor de ellas es no dejar que la gente viva en esas zonas de riesgo.»

Esto hace evidente lo que el Papa Francisco describe en Laudato Si’: “Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento […] No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección” (LS 25) 

Escuchar el grito de los pobres

Escenas como ésta son cada vez más frecuentes en un planeta que es cada vez más víctima de las consecuencias de la crisis climática. En primera línea de las tragedias medioambientales, los más afectados son los pobres, que gritan y claman a la tierra por ayuda. Como nos recuerda el Papa Francisco en Laudato Si’, «no estamos viviendo una crisis ambiental aislada, sino una gran y urgente crisis socioambiental».

El deslizamiento de tierra en el llamado «Morro na Oficina» afectó principalmente a familias humildes y pobres que, en cuestión de horas, perdieron casas, pertenencias e incluso sus propias vidas. La tragedia no tardó en llegar a otras partes de la ciudad, y el caos fue total. Al amanecer, las imágenes de personas buscando a sus familiares en el barro, los vídeos de coches arrastrados por los ríos y los cuerpos encontrados en medio de las calles se sucedieron en los medios de comunicación.

El deterioro de la calidad de vida humana y la degradación social fue un tema que ya reflejó el Papa Francisco en Laudato Si’, en 2015. En la encíclica, el pontífice recuerda que «hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir» [LS 44]. El deterioro social es también un síntoma del deterioro ambiental, ya que «el ambiente humano y el ambiente natural se deterioran juntos; no podemos combatir adecuadamente la degradación ambiental si no atendemos las causas relacionadas con la degradación humana y social», dice el Papa. Por ello, «no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» [LS 49].

Es imposible no conmoverse ante el dolor de los hermanos y hermanas ante semejante tragedia y no es difícil, por desgracia, encontrar escenarios similares cerca de nosotros, donde la crisis socioambiental ya está afectando a la vida y a la dignidad de los más pobres entre nosotros. Tal desolación nos obliga a tomar medidas aún más urgentes. ¿Cómo no conmoverse? ¿Cómo no dejarse llevar por el dolor de los demás? ¿Cómo no llorar con los que lloran?

Mensaje del Papa Francisco a los afectados

El Papa Francisco ha enviado un mensaje de condolencias a todos los afectados por la tragedia. El texto, firmado por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, señala que «el Santo Padre, al conocer con profundo dolor las trágicas consecuencias del derrumbe en esta ciudad encomienda al Obispo que transmita a las familias de las víctimas su pésame y su participación en el dolor de todos los afligidos o privados de sus bienes. Pidiendo a Dios, Padre de la misericordia, el eterno descanso para los fallecidos, el consuelo para las víctimas, a las que desea una pronta recuperación, y la serenidad y el consuelo de la esperanza cristiana para todos los afectados por esta dolorosa prueba, envía su bendición apostólica a todos los que sufren y a los que tratan de aliviar sus sufrimientos».

Esperanza en la solidaridad

La ola de solidaridad para los afectados por la tragedia ha movilizado a todo Brasil. Hay miles de donaciones económicas y materiales que se invierten en alimentos, artículos de higiene personal y cualquier producto que pueda ayudar a los afectados. Instituciones, iglesias y movimientos locales también trabajan en la primera línea de donaciones y albergues, como la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. En una entrevista para el sitio web de Climatempo, el padre Celestino cuenta que empezaron a recibir gente apenas comenzó la tragedia, el martes por la noche. «Estamos alojando a unas 150 o 200 personas, entre ellas muchos niños».

El Servicio Franciscano de Solidaridad (SEFRAS, por sus siglas en portugués brasileño) también está presente en la región a través de la campaña «Acción Franciscana SOS Petrópolis». Si quieres ayudar, accede a la página web www.sefras.org.br y consulta sus boletines diarios. Para conocer otras formas de ayudar a las víctimas de la tragedia, accede al portal Para Quem Doar haciendo clic aquí.

En la lucha diaria por la defensa de la casa común inundada por las imágenes de la tragedia en Brasil, resuena aún más el llamado del Papa Francisco en Laudato Si’: «Necesitamos una conversación que incluya a todos, ya que el desafío ambiental que estamos viviendo, y sus raíces humanas, nos conciernen y afectan a todos».

Por Letícia Florêncio | periodista
y Mayra Santos| bióloga