Mateo 18:15-20

En el Evangelio de Mateo (18:15-20), Jesús ofrece una profunda sabiduría que va más allá del ámbito de las relaciones interpersonales. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la dinámica de la reconciliación y la responsabilidad comunitaria, que resuenan con la urgente necesidad de la conversión ecológica y el cuidado de nuestra casa común.

Cuando Jesús instruye a sus discípulos sobre cómo abordar las ofensas dentro de la comunidad, destaca el valor del diálogo y la reconciliación. Esto resuena profundamente con el llamamiento a la conversión ecológica destacado en Laudato Si’. El Papa Francisco nos recuerda que «No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos» (LS 91). Al igual que estamos llamados a restaurar las relaciones dentro de nuestra comunidad humana, también estamos llamados a restaurar nuestra relación con el mundo natural, reconociendo nuestro papel como guardianes de la creación.

Este pasaje nos invita a reconocer que nuestro camino ecológico está entrelazado con la salud de nuestras relaciones, tanto entre nosotros como con la Tierra. Al trabajar por la reconciliación dentro de nuestras comunidades, también trabajamos por la reconciliación con el medio ambiente. Esto exige un cambio radical de nuestra conciencia, fomentando un renovado sentido de la responsabilidad por el delicado equilibrio de nuestros ecosistemas.

La frase «porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» habla del poder de la unidad y la acción colectiva. Al igual que esta unidad es fundamental para nuestras comunidades religiosas, también lo es para el movimiento ecologista. Nuestros esfuerzos por cuidar la Tierra se ven reforzados cuando nos unimos en solidaridad, comprendiendo que nuestras acciones individuales contribuyen a un gran conjunto.

En el contexto de la conversión ecológica, este pasaje nos invita a emprender un camino de transformación colectiva. Nos anima a abordar las injusticias ecológicas mediante el diálogo, la compasión y la acción reparadora. Al igual que buscamos la reconciliación entre nosotros, también debemos buscar la reconciliación con la Tierra, reparando las heridas que le hemos infligido con prácticas insostenibles.

En el espíritu de Laudato Si’, este pasaje nos recuerda que el cuidado de la creación no es un empeño aislado. Es una llamada a unirnos en un propósito compartido, reconociendo que nuestro bienestar y el planeta están profundamente interconectados. Como afirma acertadamente el Papa Francisco, «No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental» (LS 139). 

Prestemos atención a las palabras de Cristo en el Evangelio de hoy como una invitación a embarcarnos en un camino holístico de conversión ecológica, fomentando la reconciliación dentro de nuestras comunidades y con nuestra casa común.