“El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar” (LS 13). 

Como afirma nuestro valor fundamental: “Con la alegría de la Resurrección, celebramos historias de resistencia y vida. Nos alegramos de este ministerio como expresión del amor de Dios en nuestra vida y en toda la creación. Confiamos nuestros esfuerzos al Espíritu Santo y a María Reina de la Creación”.

¿De dónde sacamos esta esperanza de que las cosas pueden cambiar? De Romanos 8:24-26 podemos deducir que esperamos cosas que aún no se ven; que aún no han ocurrido. Esperamos que el ser humano sea capaz de detener el aumento de la temperatura media de la Tierra por encima de 1,5 grados, pero aún no hemos visto ni logrado este objetivo.

La comunidad cristiana vive bajo el signo de la Cruz. Señalamos la Resurrección de Cristo como fuente de nuestra esperanza. Jesucristo murió, pero resucitó a los tres días. Como Jesús, nosotros sufrimos. Sin embargo, miramos hacia adelante con esperanza para compartir la nueva vida y la resurrección. Del mismo modo, aunque vemos que nuestro planeta se muere, esperamos que la Tierra tenga una nueva vida, una resurrección de todas las toxinas que envenenan y matan a los pueblos y criaturas de la Tierra. Podemos confiar en la esperanza de un «cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap. 21:1-4).

 “La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo” (LS 13). 

Podemos mirar con esperanza por los esfuerzos que distintas personas han hecho para salvar nuestra Tierra. Se están haciendo esfuerzos para aprovechar más las energías eólica y solar. Los gobiernos invierten cada vez más dinero para hacer frente al cambio climático. Las empresas públicas y privadas están colaborando para descubrir formas innovadoras de reciclar y mantener los recursos naturales de la Tierra. Nuestros Animadores, Capítulos, Círculos y Organizaciones Miembro de Laudato Si’ trabajan incansablemente para revertir los efectos del cambio climático e inspirar una conversión ecológica generalizada en la Iglesia y fuera de ella.

¿Puedes sentir el impulso? Podemos hacerlo con las gracias del Espíritu Santo.

Rezamos a nuestra Santísima Madre, que es Madre y Reina de toda la creación. Rezamos a los demás santos y ángeles, especialmente a San Francisco de Asís, Patrón de los animales, del medio ambiente y de la ecología. Recordemos las palabras de Mateo 19:26: “Jesús los miró y les dijo: «Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible’”.