El sábado 30 de septiembre, la Plaza San Pedro en el Vaticano acogió una de las primeras ediciones del Vía Creationis, una devoción inspirada en el Vía Crucis. Durante la vigilia ecuménica de apertura del Sínodo sobre la Sinodalidad, la muchedumbre agradeció y alabó a Dios por las maravillas del cosmos.

El Vía Creationis es una nueva oración para celebrar y contemplar la Creación. Al igual que el Vía Crucis conmemora el misterio de la Pasión, el Vía Creationis conmemora el misterio de la Creación. Lo hace “leyendo” los dos libros sagrados que Dios escribió, el Libro de la Biblia y el Libro de la Naturaleza, para apreciar el gran misterio de la creación del cosmos de parte de Dios.

Las siete estaciones que lo integran, siguiendo los famosos “siete días” del Génesis, son siete regalos que Dios considera “buenos”: la luz, el cielo, la tierra y el mar, los cuerpos celestes, las criaturas del agua y del aire, las criaturas terrestres y por último una compilación de todo lo creado. En cada una se alaba y agradece al Señor por darnos esta “bondad”. 

¿Por qué esta oración por la Creación?

“Como cristianos, hemos puesto tanto énfasis en nuestra comprensión de Dios como Redentor que hemos descuidado la importancia de Dios como Creador”, explica Tomás Insua, director ejecutivo del Movimiento Laudato Si’, que ayudó a redactar la primera versión del Vía Creationis. 

De hecho, Benedicto XVI enseñó que “en las últimas décadas la doctrina de la Creación casi había desaparecido de la teología. El Redentor es el Creador y si no proclamamos a Dios en toda su grandeza -como Creador y como Redentor- disminuimos también el valor de la Redención”. 

“El Vía Creationis nos ayuda a reflexionar sobre este misterio y a alabar a nuestro Creador por las maravillas de la Creación”, agrega Tomás. “Es un experimento para poner en práctica la ’espiritualidad ecológica’ que propone la Laudato Si’, combinando fe y razón, Biblia y ciencia. Necesitamos nuevos ritos para celebrar el Tiempo de la Creación y redescubrir la sacralidad del cosmos”.

Esta nueva devoción nos ayuda a degustar el famoso “Dios vio que era bueno” que se repite a lo largo del primer capítulo del Génesis. El Vía Creationis nos invita a imitar a Dios, “mirando” y contemplando las distintas partes de la creación, para que también nosotros reconozcamos que todas las criaturas son “buenas”, un verdadero don.

¿Cuándo se recomienda rezar el Vía Creationis?

Los fines de semana son especialmente idóneos para rezar el Vía Creationis por su simbolismo, ya sea el sábado, el “último día” de la secuencia del Génesis en el que Dios se entrega al descanso contemplativo disfrutando de la belleza del cosmos. O bien, el domingo, el “primer día” de la secuencia del Génesis en el que Dios inicia el misterio de la actividad creadora. 

Además, el Tiempo de la Creación (del 1 de septiembre al 4 de octubre) es particularmente especial para rezar el Via Creationis.

¿Cómo rezar el Vía Creationis?

Esta oración sigue la lógica del Vía Crucis. Se recomienda lo siguiente: 

    1. Rezarlo al aire libre, en la “Catedral de la Creación”. Puede ser un parque o jardín urbano, el campo o la naturaleza salvaje; cuanto más silencioso, mejor. Estar cerca del agua -mar, lago, río, estanque o arroyo- sería ideal para las estaciones relacionadas con el agua, pero no es imprescindible si resulta un inconveniente.
    2. Identificar de antemano 7 lugares  para cada una de las 7 estaciones. Pueden estar muy cerca unos de otros o más distantes y recorrerlos entre sí en una caminata de oración;
    3. Preparar imágenes que representen cada estación (como fotografías de la naturaleza, objetos de la naturaleza, pinturas, esculturas u obras de arte caseras), que pueden colocarse de antemano en cada uno de los 7 lugares o simplemente se llevan consigo para exponerlas en cada estación. 
    4. Seguir una de las siguientes guías, que pueden adaptarse:

Al igual que el Vía Crucis, que tiene muchas variantes (con diversas disposiciones y cantidades de estaciones), se admiten múltiples formas de rezar el Vía Creationis. Esperamos que dé muchos frutos de “conversión ecológica” en los años venideros, para detener el sacrilegio que es la crisis ambiental.