Encuentro Laudato Si’: Guía de oración mensual
Rezar por la paz con y para toda la creación
Enero 2023

Intención mensual: Rezar por la paz con y para toda la creación

“Paz, justicia y conservación de la creación son tres temas absolutamente ligados, que no podrán apartarse para ser tratados individualmente so pena de caer nuevamente en el reduccionismo.” (LS 92).

Oración por la no-violencia

Dios de Misericordia y Compasión, abre nuestros corazones a Tu gracia. Danos el valor, Te rogamos, de transformar radicalmente nuestras propias vidas, y de apreciar más profundamente la alianza que hiciste con todas las criaturas de la tierra.

Ayúdanos a responder al clamor de la tierra y de los pobres, como pacificadores que desafían la violencia que nos amenaza a todos.

Guíanos por el camino de la no violencia, para reconectar con la naturaleza, para valorar a todos los pueblos de la tierra, para consumir menos y no desperdiciar nada. Derrama sobre nosotros el poder de Tu amor, para que podamos proteger la vida y la belleza. 

Llénanos de tu paz, para que vivamos como hermanos y hermanas, sin hacer daño a nadie. 

Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.

Amen.

Por Pax Christi Inglaterra & Gales y la Iniciativa Católica por la No violencia 

Esta es una oración del Libro de Oración del Movimiento Laudato Si’, descárgala gratis aquí 

Reflexión mensual

Paz con Dios Creador, Paz con toda la Creación

Por San Juan Pablo II, extractos de su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 1990

San Juan Pablo II

En nuestros días aumenta cada vez más la convicción de que la paz mundial está amenazada, además de la carrera armamentista, por los conflictos regionales y las injusticias aún existentes en los pueblos y entre las naciones, así como por la falta del debido respeto a la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el deterioro progresivo de la calidad de la vida. Esta situación provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo, acaparamiento y prevaricación.

Ante el extendido deterioro ambiental la humanidad se da cuenta de que no se puede seguir usando los bienes de la tierra como en el pasado. (…)

Algunos elementos de la presente crisis ecológica revelan de modo evidente su carácter moral. Entre ellos hay que incluir, en primer lugar, la aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. Muchos descubrimientos recientes han producido innegables beneficios a la humanidad; es más, ellos manifiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios en el mundo. Sin embargo, se ha constatado que la aplicación de algunos descubrimientos en el campo industrial y agrícola produce, a largo plazo, efectos negativos. Todo esto ha demostrado crudamente cómo toda intervención en una área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas y, en general, en el bienestar de las generaciones futuras. (…)

Pero existe otro peligro que nos amenaza: la guerra. La ciencia moderna tiene ya, por desgracia, la capacidad de modificar el ambiente con fines hostiles, y esta manipulación podría tener a largo plazo efectos imprevisibles y más graves aún. A pesar de que determinados acuerdos internacionales prohíban la guerra química, bacteriológica y biológica, de hecho en los laboratorios se sigue investigando para el desarrollo de nuevas armas ofensivas, capaces de alterar los equilibrios naturales.

Hoy cualquier forma de guerra a escala mundial causaría daños ecológicos incalculables. Pero incluso las guerras locales o regionales, por limitadas que sean, no sólo destruyen las vidas humanas y las estructuras de la sociedad, sino que dañan la tierra, destruyendo las cosechas y la vegetación, envenenando los terrenos y las aguas. Los supervivientes de estas guerras se encuentran obligados a iniciar una nueva vida en condiciones naturales muy difíciles, lo cual crea a su vez situaciones de grave malestar social, con consecuencias negativas incluso a nivel ambiental.

La sociedad actual no hallará una solución al problema ecológico si no revisa seriamente su estilo de vida. En muchas partes del mundo esta misma sociedad se inclina al hedonismo y al consumismo, pero permanece indiferente a los daños que éstos causan. Como ya he señalado, la gravedad de la situación ecológica demuestra cuan profunda es la crisis moral del hombre. Si falta el sentido del valor de la persona y de la vida humana, aumenta el desinterés por los demás y por la tierra. La austeridad, la templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben conformar la vida de cada día a fin de que la mayoría no tenga que sufrir las consecuencias negativas de la negligencia de unos pocos.

Hay pues una urgente necesidad de educar en la responsabilidad ecológica: responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente. Es una educación que no puede basarse simplemente en el sentimiento o en una veleidad indefinida. Su fin no debe ser ideológico ni político, y su planteamiento no puede fundamentarse en el rechazo del mundo moderno o en el deseo vago de un retorno al «paraíso perdido». La verdadera educación de la responsabilidad conlleva una conversión auténtica en la manera de pensar y en el comportamiento. A este respecto, las Iglesias y las demás Instituciones religiosas, los Organismos gubernamentales, más aún, todos los miembros de la sociedad tienen un cometido preciso a desarrollar. La primera educadora, de todos modos, es la familia, en la que el niño aprende a respetar al prójimo y amar la naturaleza. (…)

Incluso los hombres y las mujeres que no tienen particulares convicciones religiosas, por el sentido de sus propias responsabilidades ante el bien común, reconocen su deber de contribuir al saneamiento del ambiente. Con mayor razón aún, los que creen en Dios creador, y, por tanto, están convencidos de que en el mundo existe un orden bien definido y orientado a un fin, deben sentirse llamados a interesarse por este problema. Los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador forman parte de su fe. Ellos, por tanto, son conscientes del amplio campo de cooperación ecuménica e interreligiosa que se abre a sus ojos.

Preguntas para reflexionar
Al comenzar este nuevo año e inspirados por esta reflexión de San Juan Pablo II, tomémonos un tiempo para reflexionar:

  1. ¿Cuáles son los conflictos en mi región que perturban la paz?
  2. ¿Cómo podemos mi comunidad y yo cultivar la sencillez, la moderación y la disciplina para cambiar nuestra forma de pensar y de actuar? 
  3. ¿Cómo podemos combinar la oración con la acción por la paz, teniendo en cuenta los acontecimientos mundiales y locales que tendrán lugar este nuevo año?
Escucha el clamor de la creación

Situada en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, Rocinha es la favela más grande de América Latina. La población y la creación sufren allí debido a la falta de responsabilidad del gobierno local y el ayuntamiento, las deficientes políticas públicas de saneamiento básico y gestión de residuos, los altos índices de tuberculosis y los conflictos armados de la policía militar contra los narcotraficantes.

 

Escucha la canción de la creación

Una concha de cigarra encontrada en la granja Laudato Si’, hogar de los Animadores LS Maria Teresa Camargo Regina Moreira y Valdison Moreira, en Campinas, Brasil.

Breve poema de María Teresa:

Cigarra

Vivo cantando
Y cambiando mi caparazón:
¡Soy igual que una cigarra!

Santo inspirador

María, Madre de Dios
Día de la fiesta: 1 de enero

Por Suzana Moreira, Coordinadora de Programas de Eco Conversión

Suzana Moreira

El 1 de enero, Día Mundial de la Paz, es también cuando la Iglesia católica celebra la Solemnidad de María, la Madre de Dios. Todos los dogmas marianos están centrados en Cristo, y no en María, como algunos podrían pensar. Cuando celebramos a María como Madre de Dios, estamos celebrando y profesando nuestra fe en que Jesucristo es verdaderamente Dios, el Verbo hecho carne que “se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María” (LS 238).

Nuestra devoción a María es también un recordatorio de nuestra llamada a cuidar de la creación. El Papa Francisco nos recuerda en Laudato Si’: 

“María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido. Así como lloró con el corazón traspasado la muerte de Jesús, ahora se compadece del sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano. Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. Es la Mujer « vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza » (Ap 12,1). Elevada al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. En su cuerpo glorificado, junto con Cristo resucitado, parte de la creación alcanzó toda la plenitud de su hermosura. Ella no sólo guarda en su corazón toda la vida de Jesús, que «conservaba» cuidadosamente (cf Lc 2,19.51), sino que también comprende ahora el sentido de todas las cosas. Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios.” (LS 241)

Pidamos la intercesión de María, Madre de Dios, Madre y Reina de toda la creación, para que nos mantengamos firmes en este camino de construcción de la paz y la justicia a través de nuestra conversión ecológica.

 

¡Año nuevo, nuevas oportunidades!

Cada nuevo año trae consigo la sensación de un nuevo comienzo, la posibilidad de asumir nuevos compromisos y aprovechar nuevas oportunidades. Cuando miramos hacia delante, podemos sentirnos ansiosos o abrumados tratando de descifrar el futuro. La sabiduría de los pueblos Indígenas de las Américas nos enseña que debemos mirar al pasado para aprender a vivir en el presente porque el futuro aún no existe. Así que no es el futuro lo que está ante nosotros, sino el pasado.

Con este cambio de paradigma en mente, te invitamos a dedicar algo de tiempo a echar la vista atrás a 2022 y considerar qué has aprendido, qué ha ido bien y qué puede mejorar para que en 2023 nuestra acción por nuestra casa común sea aún mejor. No estamos ante un futuro desconocido, estamos ante un pasado conocido que nos ofrece mucho para construir un mundo mejor ahora mismo.

Como parte de tus propósitos de Año Nuevo y alimentado por el regalo de tu pasado, asegúrate de planificar cómo involucrar a tu comunidad local a través de La Carta. Puedes empezar a pensar en nuevas fechas de proyección, nuevos públicos a los que te gustaría llegar, momentos globales clave en los que puedes integrarla, como la Semana Laudato Si’ o el Tiempo de la Creación. Asegúrate de inscribirte aquí para recibir todos los recursos que puedas necesitar según tus planes.

Abrazar nuestro pasado y apreciar el presente es también una forma de hacer las paces con nosotros mismos y con la creación. ¡Que este modo de pensar inspire nuestras acciones este año, mientras proclamamos la buena nueva a toda la creación!