El Dicasterio Vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral dio la bienvenida a cuatro activistas ambientales africanos: Maxwel Atuhura, director ejecutivo del Instituto de Investigación Tasha de Africa; Vanessa Nakate, activista de la justicia climática y la primera en llevar adelante la marcha Fridays For Future en Uganda; y Diana Nabiruma, del Instituto Africano para la Gobernanza de la Energía, una organización sin ánimo de lucro con sede en Uganda

Los jóvenes están de gira para detener la construcción del oleoducto de África Oriental (EACOP). El 23 de marzo visitaron el Dicasterio Vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, reuniéndose con la Hna. Alessandra Smerilli (Secretaria ad interim), el P. Joshtrom Isaac Kureethadam (coordinador del Sector Ecología y Creación), entre otros miembros del equipo.

El equipo del Dicasterio les aseguró que la Iglesia Católica se une a los pueblos de Uganda y Tanzania en la denuncia del proyecto EACOP y pide a los dos gobiernos que estudien la posibilidad de invertir en proyectos que estén en línea con la preservación y el cuidado de nuestra casa común, los pobres y la economía. 

Para las instituciones multinacionales que todavía apoyan y promueven el uso del carbón, el petróleo y el gas en los países emergentes de África y de todo el mundo, es hora de que desvíen estos fondos hacia el sector de las renovables. Las energías renovables tienen el potencial de impulsar grandes economías, crear puestos de trabajo sostenibles y reducir las enormes facturas de electricidad que conlleva la excesiva dependencia de los combustibles fósiles.

Entre las intervenciones, el P. Joshtrom señaló que «la tierra y los pobres de Uganda claman contra el EACOP, y si queremos un mundo pacífico y sostenible, debemos detener el EACOP y hacer la transición del petróleo crudo a las fuentes de energía renovables».

La Doctrina Social de la Iglesia reconoce que el cambio climático es un grave problema moral que amenaza a todos los seres vivos de nuestra casa común. Además, tiene repercusiones negativas en nuestros esfuerzos por proteger la vida humana, la salud, la dignidad, la seguridad, siempre con una opción preferencial por los pobres, así como la promoción del bien común del que forma parte el clima; por vivir en subsidiariedad y solidaridad con las generaciones actuales y futuras, por realizar la paz y por cuidar el buen don de Dios de la creación.

Las causas más importantes del cambio climático son de origen humano y comprenden principalmente el consumo excesivo y acelerado de energía de los combustibles fósiles. No hay debate, ya que este hecho está respaldado por diversos estudios científicos y por el último informe del IPCC de 2022.

En Laudato Si’, el Papa Francisco califica este modo de vida excesivo y acelerado como una «rapidificación» cuyos objetivos no están orientados a la mejora del bien común ni al desarrollo integral. Además, esta rapidificación puede convertirse en una fuente de ansiedad, infligiendo dolor tanto a los pobres como al bien común.

En Uganda y Tanzania se ha llamado la atención sobre las graves injusticias que esperan a los pobres y a la creación, a través del oleoducto de África Oriental. Se calcula que el proyecto EACOP aportará hasta 34 millones de toneladas de CO2 al año, que se sumarán a la ya sobrecargada atmósfera.

Además de esto, hay varios abusos documentados contra los derechos humanos y medioambientales en Uganda y Tanzania. Tenemos registros que muestran los ataques institucionales a los defensores del medio ambiente y de los derechos humanos y a sus organizaciones afiliadas. Los defensores de la creación son miembros valiosos de nuestras comunidades y siguen los pasos de San Francisco en la creación de un entorno favorable para la coexistencia de los seres humanos y otras criaturas. El Papa Francisco, en la encíclica Laudato Si’, elogia a las organizaciones de la sociedad civil y dice, “es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente” (LS 38).

Todos nuestros esfuerzos, unidos, tienen el potencial de promover el diálogo Laudato Sii a cada persona, y rezamos para que esto lleve a un cambio de corazón para que el mundo detenga la expansión de los combustibles fósiles, el colapso de la biodiversidad y la crisis climática.

Salvaguardar el bien común y preservar un clima estable para el futuro -el de Vanesa, Hilda y Maxwel, y de todas las generaciones futuras- es la profunda esperanza del Dicasterio y el camino de la paz.