Foto por Jonathan Dick, OSFS

A medida que aumenta la urgencia de la crisis climática, ¿qué se agita en tu corazón? Seguramente late con fuerza, con un ardiente deseo de actuar. Nuestro corazón late porque nos importa y reconocemos alguna importancia o valor. El Papa Francisco en Laudato Sidice que “No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos” (LS 91). Sólo los corazones llenos de ternura, compasión y preocupación pueden arder para atender la llamada al Cuidado de la Creación.

El 16 de junio es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, una hermosa devoción que se convirtió en fiesta en 1856 por el Beato Papa Pío IX. Apareciéndose a Santa Margarita María Alacoque, una monja francesa de la Visitación y mística que promovió la devoción al Sagrado Corazón, Jesús le dijo: “Mi Divino Corazón está tan apasionadamente enamorado de la humanidad, en particular hacia ti, que ya no puede contener las llamas de ese amor ardiente. Deben estallar a través de ti y revelar mi Corazón al mundo”. Jesús, señalando su corazón, muestra su amor eterno por nosotros, un amor que todo lo consume y que desea ser compartido.

Al participar en la Devoción del Primer Viernes al Sagrado Corazón de Jesús, nos consagramos y ofrecemos nuestros corazones para estar en unión con el Corazón de Jesús.  También puede ser una oportunidad para renovar nuestro compromiso de cuidar la Creación como administradores de Dios. El Papa Francisco continúa, “Estamos hablando de una actitud del corazón, que vive todo con serena atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en lo que viene después, que se entrega a cada momento como don divino que debe ser plenamente vivido” (LS 226). Consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús es compartir ese corazón encendido a través de nuestras acciones.

Sólo cuando estamos en comunión con la creación, nuestros corazones se rigen por la ternura, la compasión y la preocupación. Una cultura del encuentro comienza a florecer en el momento en que nos abrimos a los demás y compartimos con ellos el amor ardiente de Jesús. Participa en el Tiempo de la Creación. Organiza una proyección de La Carta. Conviértete en Animador Laudato Si‘. Sea cual sea tu próximo paso, ¡deja que ese ardor en tu corazón te lleve a la acción y al Corazón de Jesús!